martes, 30 de marzo de 2010

Encuentro de la Redpiaff del 25/3/10



El jueves 25 de Marzo tuvimos la primera reunión de la red del 2010.
Dos temas resaltaron en nuestro intercambio

1) Cuando interviene la justicia:
El tema de la familia ante la convocatoria en el juzgado de menores donde convergen dos líneas que aparecen no complementarse. Los jueces con su mirada estricta, no pueden ser cuestionados desde el lugar de cargo que ocupan y dan veredicto de acuerdo a pruebas y argumentos y las familias las cuales son asistidas por un psicoterapeuta familiar sensibilizados en el caso que acompañan.
La ley desde un orden vertical, con el martillo en mano, decreta sentencia y no contempla el caso de una manera integral, en particular la situación de los niños de padres separados que necesitan un adecuado miramiento de los entornos perniciosos para su salud mental. El niño, el epicentro de la disputa y objeto de la manipulación de sus padres y la sentencia que evalúa el caso con las variables nocivas para la salud del niño. ¿Cómo proteger a un niño?

2) Espacios abiertos para mujeres/ Grupos de fortalecimiento y revalorización de mujeres que han pasado por situaciones de violencia en su pareja (ver en "actividades" de este blog)


El tema de la creación de un espacio de intercambio de mujeres que transitan situaciones difíciles. Las mujeres se reúnen una vez al mes en un grupo abierto donde intercambian sus experiencias.

El objetivo de estos grupos está dirigido a:
· Acompañar a mujeres que están transitando la etapa posterior a la separación de sus parejas violentas, en el sostenimiento de los recursos que les permitieron tomar esa decisión. Entendemos que se trata de una etapa de máxima importancia, por ser el momento en que se enfrentan con un mundo completamente nuevo, en el que todavía están muy presentes los sentimientos de culpa y de duda ante la decisión tomada, y ante las consecuencias de esta decisión hacia el futuro.
· Acompañar también a aquellas que han renovado contratos con sus parejas y necesitan fortalecerse para sostenerlos en el tiempo.
Es un proceso de transición que si es bien transitado y acompañado y sostenido por grupos de pares en situaciones similares, produce cambios importantes en la calidad de vida presente y futura de estas mujeres y de sus hijos.

Tuvimos el agrado de contar con Verónica Gallo quién viajó desde Córdoba, nos contó sobre "Mujeres que laten" espacio terapéutico y de actividades para mujeres.

La próxima reunión de la red es el jueves 29 de abril 20,15 hs.

Patricia Irene Lladó

viernes, 26 de marzo de 2010

PROFESIONALES LATINOAMERICANOS/AS CONTRA EL ABUSO DE PODER


Lo envía Alicia Di Pasqua

AGRESIÓN A LA LIC. CRISTINA VILA, ESPECIALISTA EN VIOLENCIA FAMILIAR

Denunciamos el ataque sufrido por la Lic. Cristina Vila que se suma a la serie de intimidaciones y amenazas recibidas por los profesionales que intervienen en situaciones vinculadas a la violencia de género y maltrato infantil.

Adherimos a la declaración emitida por ACEVIFa y ratificamos nuestro compromiso de lucha contra toda clase de violencia y en defensa de quienes trabajan por los derechos de las víctimas. Reiteramos la necesidad de implementación de políticas públicas, que incluyan la legislación adecuada para la protección de los profesionales que se desempeñan en la temática.

por PLcAPPilar Vendrell- Buenos Aires


Santiago tricánico- Montevideo




La Asociación Civil de Especialistas en Violencia Familiar (ACEViFa)REPUDIA el atentado contra la Lic. Cristina Vila

El día 20 de marzo, al mediodía, la Licenciada Cristina Vila fue atacada salvajemente por un sujeto, recibiendo patadas en el piso. Al parecer el ataque del que fuera víctima obedecería a su intervención como perito de oficio en una causa de denuncia por violencia familiar.Una vez más los métodos violentos e intimidatorios recaen sobre una profesional que actúa en defensa de las víctimas de violencia de género.Como Asociación que agrupa a especialistas en Violencia Familiar nos solidarizamos con el accionar de la Lic. Cristina Vila y con su compromiso personal sostenido a lo largo de años de impecable trayectoria profesional.Por ello exigimos - la urgente aprobación de leyes de protección para los y las profesionales que actúan en defensa de las mujeres y de niños, niñas y adolescentes víctimas de violencia familiar - en el marco del diseño de políticas públicas y leyes reglamentadas que detengan y castiguen la violencia de género.


ASOCIACIÓN CIVIL DE ESPECIALISTAS EN VIOLENCIA FAMILIAR – ACEViFa(pers. juríd. en trámite) especialistasenviolenciafamiliar@yahoo.com.ar  -- NO RETROCEDEMOS, NO LES TEMEMOS, NO NOS CALLARÁN

LA DANZA DE LAS MIL MANOS


Lo envía Hilda Roberti



Algunos ya lo hemos visto, es una fiesta para los ojos que vale la pena repetir

Hay una impresionante danza, llamada de las Mil Manos-Guanyin. Considerando la estrecha coordinación necesaria, su realización no deja de ser sorprendente, más aun si todas son sordas. Sí, has leído correctamente. Todas, las 21 bailarinas, son completamente sordas

Basándose sólo en las señales de los formadores en las cuatro esquinas del escenario, estas extraordinarias bailarinas ofrecen un gran espectáculo visual Su primer gran debut internacional fue en Atenas en la ceremonia de clausura de los Juegos Paralímpicos 2004, pero ha estado durante mucho tiempo en el repertorio de los chinos de la Chinese Disabled People’s Performing Art y ha viajado a más de 40 países. Su primera bailarina tiene 29 años de edad, Tai Lihua, que tiene un BA de la Instituto de Bellas Artes de Hubei.

El video fue grabado en Pekín durante el Festival de Primavera de este año. Disfrútalo...

http://www.youtube.com/watch?v=xgHmSdpjEIk

Página con todos los diarios







Kiosco de diarios con solo un click





Maravilloso, se abre la página y aparecen como en un kiosco todos los diarios con sus tapas del día de la fecha en que abres el mail, pudiendo elegir el que quieres ver, entre todos ellos.


http://www.kiosko.net/






También hay extranjeros por región y los Argentinos por provincias.

jueves, 25 de marzo de 2010

Grupos de fortalecimiento y revalorización de mujeres que han pasado por situaciones de violencia en su pareja





El objetivo de estos grupos está dirigido a:

· Acompañar a mujeres que están transitando la etapa posterior a la separación de sus parejas violentas, en el sostenimiento de los recursos que les permitieron tomar esa decisión. Entendemos que se trata de una etapa de máxima importancia, por ser el momento en que se enfrentan con un mundo completamente nuevo, en el que todavía están muy presentes los sentimientos de culpa y de duda ante la decisión tomada, y ante las consecuencias de esta decisión hacia el futuro.

· Acompañar también a aquellas que han renovado contratos con sus parejas y necesitan fortalecerse para sostenerlos en el tiempo.

Es un proceso de transición que si es bien transitado y acompañado y sostenido por grupos de pares en situaciones similares, produce cambios importantes en la calidad de vida presente y futura de estas mujeres y de sus hijos.

Las coordinadoras son: Lic. Karen Stronguin karengs@fibertel.com.ar

Lic. Susana Tesone smtesone@fibertel.com.ar

Directora Dra Cristina Ravazzola



Se llevan a cabo los cuartos jueves de cada mes en PIAFF , Dorrego 2373, Capital, y el horario es de 12 a 13.30 hs..

Horario de secretaría: lunes, martes y jueves de 10 a 14hrs en el Tel: 4785-2305,



Inicio: 25 de Marzo de 2010

Ruben Blades y una vieja canción sobre desaparecidos


Ruben Blades y una vieja canción




http://www.youtube.com/watch?v=NSdb_uzkBc0

viernes, 19 de marzo de 2010

Encuentro de madres y padres interesados en conversar y reflexionar acerca de la adopción


“En mi opinión, lo que los relatos pueden hacer es poner en evidencia las cosas.”Tim O'Brien, Things they carried with them, 1990

Se realizarán los primeros lunes del mes a partir
del 5 de abril del 2010
De 19:30 a 21:00 hs

Informes e inscripción

doloresnr@hotmail.com
tel.: 47790758

(tope de inscripción: hasta el 31 de marzo)

Instituto de Psicodrama Moreno, Honduras 4034 P.B. 1

Arancel: $50 por persona

Coordina: Dolores Naón
Psicóloga, psicodramatista, especialista en adopción

domingo, 14 de marzo de 2010

En la casa de las mujeres. Alicia Plante. Página 12. 7 de marzo de 2010


8 DE MARZO - DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER

En la casa de las mujeres

Varios episodios históricos que marcaron en diversos continentes y países el martirio de las mujeres obreras, militantes por sus derechos laborales y civiles, y feministas convergen en el Día Internacional de la Mujer, que se celebra el 8 de marzo. En el ámbito literario, la aparición de Casa de muñecas, de Henrik Ibsen, y su personaje de Nora, la mujer que lucha nada más ni nada menos que por su emancipación personal, probablemente sea un hito femenino que también merezca celebrarse en este contexto.
Nunca supe con precisión qué celebra o qué conmemora, o quizá solamente qué no quiere que olvidemos, ese dedo apoyado en el calendario sobre el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Pero con seguridad se trata de algo que, si existiera el día del hombre, no se celebraría. No ha de ser, entonces, algo asociado a la esencia de la masculinidad. O tal vez sí, precisamente; tal vez se festeja un cierto grado de fractura de eso axial a lo viril, de ese aferrarse con notable convicción a todas las formas de dominio que en general caracteriza la transferencia de lo muscular/hormonal al territorio de los vínculos.
Tampoco hay certezas respecto del motivo que se tuvo para establecer esa fecha; hay borroneos mediáticos seguramente nada inocentes, que desplazan el foco de atención de aspectos importantes de la cuestión: quién, dónde y cuándo se pateó por primera vez el tablero del dominio y el abuso sistemático al que los hombres han sometido históricamente a las mujeres. Esta lucha se remonta a la antigua Grecia y a una mujer iluminada, Lisístrata, que lideró una huelga sexual contra los hombres para que terminaran una guerra. Pero en nuestra historia reciente y con orígenes en la era industrial y la causa obrera, fue la comunista Clara Zetkin la que un 19 de marzo de 1910, durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas realizada en Copenhague, lanzó las reivindicaciones feministas por excelencia: derecho al voto, a la ocupación de cargos públicos, a una formación profesional, al trabajo y a la no discriminación.
A esta iniciativa siguieron otras, haciéndose la bola cada vez más grande e imparable. Ya en 1913 y 1914 se dieron en Rusia fuertes movimientos en favor de los derechos de la mujer, a los que luego fue adhiriendo toda Europa. Pero es el 8 de marzo de 1917, al terminar la Gran Guerra, que las mujeres organizan una huelga y exigen “pan y paz”: habían muerto dos millones de soldados rusos y el hambre ponía al pueblo civil de rodillas al borde de los campos quemados. El zar abdicó cuatro días más tarde y, entre otras medidas impostergables, el gobierno provisional sancionó el voto femenino.
Si bien los datos nunca se pudieron confirmar oficialmente, todo indica que en la ciudad de Nueva York, en 1908 (¿el 8 de marzo?) y tres años más tarde, en 1911 (¿el 25 de marzo?) se produjeron dos hechos atroces que tuvieron como protagonistas –en realidad como víctimas– a dos grupos de mujeres obreras. En el primero, en la fábrica textil Cotton, 146 mujeres huelguistas fueron calcinadas vivas por medio de bombas incendiarias que les fueron arrojadas por decisión de los patrones cuando las mujeres se negaron a abandonar las instalaciones que ocupaban en protesta por sus salarios miserables y las infames condiciones laborales. El segundo hecho ocurrió en otra fábrica textil, la Triangle Shirtwaist Company, y costó la vida también a más de 100 mujeres que exigían justicia: salarios dignos y mejoramiento de las condiciones infrahumanas de trabajo.
A pesar de la frialdad de la decisión de asesinar a estas mujeres para que otras protagonistas del sistema escarmentaran, a pesar de los prejuicios y la discriminación sexual, y aunque la violencia doméstica (especialmente) y el maltrato psicológico y cultural contra las mujeres continúe, las verdaderas feministas, las militantes y no las meras adherentes, han demostrado con amplitud que los argumentos esgrimidos en favor de las reivindicaciones se justificaban. No me parece necesario enumerar las pruebas; aunque muchos jueguen a ignorarlas, todos las conocemos.
Pero sería interesante analizar la evolución de la conciencia del conflicto a otros niveles, por ejemplo el literario, donde produjo, ya en el siglo XIX, obras revolucionarias que se convertirían en íconos del movimiento feminista occidental. La primera novela en la que una mujer se emancipa del yugo marital es la de Anne Brontë, The Tenant of Wildfell Hall, publicada en 1848. En 1928, la Lady Chatterley de D. H. Lawrence habría de poner su broche de oro al proceso, pero en 1879, sólo treinta después de Brönte, en un entorno diferente del victoriano pero en circunstancias socioculturales semejantes, el dramaturgo noruego Henrik Ibsen publicó su obra capital, Casa de muñecas. El estreno, ocurrido en el Teatro Real de Copenhague, encendió una antorcha que ardió como una hoguera e iluminó a la sociedad –especialmente la de las mujeres– con el resplandor de una realidad jamás antes mostrada. El conflicto planteado y el tratamiento que de él hace Ibsen resultaron en la transformación de los postulados dramáticos europeos a fines del siglo XIX. A partir de la publicación de Casa de muñecas quedó atrás el acartonamiento declamatorio que la época venía produciendo y el teatro ingresó de brazos abiertos en un realismo que inauguró la huella para cambios profundos en la situación de la mujer.
El planteo inicial de Casa de muñecas presenta a Nora, el personaje central, como una joven inmadura y encantadora. Helmer, su marido, aparece ocupando el lugar que el padre dejó libre, desde el cual reproduce fielmente aquel juego sobreprotector que apenas oculta un autoritarismo cargado de latente menosprecio (“tu incapacidad de mujer...”, “como iba yo a consentirte...”). Helmer nunca la nombra, se dirige a ella como “mi alondrita”, “mi ardillita”. Es evidente que para él su “niña” es incapaz de un solo pensamiento inteligente. Y es mediante este planteo dramático que Ibsen retrata el esquema relacional marido/mujer que caracterizó el núcleo básico de la sociedad europea del siglo XIX. Pero el propósito del dramaturgo va más allá del retrato, en él alienta una comprensión distinta, sincera y respetuosa de los valores humanos, y aparecerá nada menos que la verdad que en la realidad es escamoteada. Entonces pone a Nora en una situación insoportable, la expone a que Helmer descubra un secreto al que ella nunca dio importancia, o sea, que unos años atrás falsificó la firma de su padre para no perturbar al anciano moribundo y así poder garantizar un préstamo que salvaría la vida del propio Helmer, enfermo y empobrecido. Su ocultamiento del origen del dinero buscó que Helmer lo aceptara, gesto de nobleza y generosidad que él no será capaz de retribuir al enterarse de la verdad, todo lo cual prepara el terreno para un final de enorme potencia dramática. La crueldad y la hipocresía del marido aparecen en el oscuro salvajismo con que la increpa, sólo centrado en sí mismo y en lo que ocurrirá con su propia imagen. Esa es su verdad, y en una vuelta de tuerca genial de Ibsen, que producirá inmediatamente el “milagro” de que el peligro desaparezca, Helmer da por sentado que su “perdón”, que implica un retroceso a la posición paternalista habitual, será aceptado por Nora como un gesto generoso. El golpe maestro de la obra es esa culminación en la que ella, con una lucidez maravillosa, le anuncia que se va y en nombre de todas las mujeres le explica las razones: “Nunca me quisisteis (el padre y Helmer), os resultaba divertido encapricharos conmigo. Sois culpables de que no haya llegado a ser nunca nada”... “He sido muñeca grande en esta casa como fui muñeca pequeña en casa de papá.” Helmer, atónito, apela a los hijos que Nora dejará en manos de la niñera: “Tengo otros deberes sagrados conmigo misma”. Al cabo de un diálogo estremecedor, Nora toma su valija y camina hacia la salida. Desde la platea se oye cómo abajo se cierra la puerta de calle. A mi juicio, ese sonido de la puerta que deja atrás la mentira, la farsa y el sometimiento femenino a la sobreprotección hipócrita del varón, inauguró la literatura moderna. Y ayudó a cimentar el arduo camino que la mujer viene recorriendo para erguirse ante el hombre en pie de igualdad.

sábado, 13 de marzo de 2010

Tribunal de mujeres




Temporada 2010--4ºaño--doscientas funciones

Dirigida por Juan Freund (Bienvenido Sr Mayer, La puta de Ohio)

En el Auditorio Ben Ami - Jean Jaures 746 - Capital Federal

Funciones: Domingo a las 19HsEntradas $35 / Socios AMIA y Jubilados $20

Reservas: 4961.0527

Una mujer abandona a sus doce hijos y a su marido.Por ello, la sociedad la condena.Su familia le da la espalda.Y sólo encuentra protección en la casa de una amiga.¿Qué llevó a esta abnegada madre a tomar semejante decisión?¿Modificará su parecer y volverá a ocupar su lugar? ¿Qué papel juega su marido?Esto es lo que se develará en el transcurso de Tribunal de Mujeres, una obra desgarradora, emotiva, femenina y profunda.Para verla más de una vez.Para debatir.Para pensar.Una obra para que Hombres y Mujeres alimenten su espíritu y se encuentren, más allá de una sociedad machista.Más allá de una esencia feminista.Más allá de todo.

Dijo la crítica:

..."Tribunal de Mujeres es una historia atrapante que, muy progresivamente, irá promoviendo una fuerte reflexión en el espectador y le propondrá serios cuestionamientos sobre su realidad. La obra se des ar rolla dentro de un medio determinado, pero muchas de sus situaciones promueves resonancias en cualquier otro. La crítica que emana de este texto es muy potente y genera conmoción, pero da el respiro suficiente como p ar a replante ar se muchos valores que hacen a la condición humana, a la religión y a la búsqueda de la verdad.
"Desde la dirección, Juan Freund concreta un trabajo muy minucioso sobre las conductas de los personajes. Cada una de esas mujeres aporta una señal concreta que posibilita reconocer rasgos de una formación y de una actitud frente a la vida. Sus diálogos son de una crudeza por momentos insostenible y la tensión irá en aumento hasta lleg ar a un inesperado final."Un elenco muy homogéneo da vida a ese grupo femenino y, en un espacio sumamente despojado, sólo sus personalidades resalt ar án las cualidades de un drama sostenido, que moviliz ar á por la elocuencia de su trama".
C ar los Pacheco, Di ar io La Nación....

"Cuando lo habitual es que se hagan críticas a la desigualdad y opresiónque recaen sobre las mujeres bajo ciertas tradiciones del fundamentalismo islámico, puede sorprender que en un teatro como el Ben Ami, a través de una historia escrita por una judía contemporánea, se ponga crudamente de manifiesto el trato denigrante que reciben las mujeres judías dentro de algunas congregaciones extremistas... Y si bien esta pieza no reivindica concretamente derechos p ar a las mujeres, la denuncia queda sentada..."
Moira Soto, Di ar io Página 12.

"Una oportuna, interesante reflexión....Con sobria dirección y puesta en escena de Juan Freund, un sincero grupo de actrices denuncia la malversación ar bitr ar ia de La Palabra por p ar te de los ´hombres de negro´"... Luis Mazas, Revista Veintitrés...."La puesta avanza cuando debe y se detiene en la reflexión con voces en off de tono exacto en su intención didáctica o n ar rativa. Las actuaciones son muy buenas y dotan a los personajes de ar istas reconocibles... P ar a ver, analiz ar y debatir".
Daniel Gaguine, Revista Noticias Urbanas.

Elenco

Ruth..............Milagros Arbizu
Bluma...........Marisa Roncato
Eta............... Myrtha Schalom
Tova.............Isabel Caban
Frume..........Ester Fleischman
Leah....................Silvia Franc
Rabina Sheinhoff........Betty Dimov
Adina................. Myriam Poteraica
Hanna................. Lidia Goldberg
Zehava................Marta Gimeno

Voces: Eduardo Guimarey – Carlos Lanari – Julio Marticorena – Roberto Sobel – Diego Rochinas

Ficha técnica

Asistente de Dirección: Melisa Espindola
Operadoras de iluminación y sonido: Nora y Marina Roncari
Escenografía y vestuario: Alicia Vera
Música Original: Sergio Vainikoff
Traducción y Dirección General: Juan Freund
Más información en www.tribunaldemujeres.blogspot.com

Del foro bioquímico y neurología , a estudiantes Dr. Abel Albino - Desnutrición en la Argentina

Lo manda Evangelina Bielsa

ESTO NO ES POLITICA, ES REALIDAD.......CIENTÍFICA, dura pero concreta

Clickear en el siguiente link: Video: DrAbelAlbino

http://www.iae.edu.ar/iaehoy/IAEtv/videos/Paginas/albino.aspx

( sino entrá por Google)

miércoles, 10 de marzo de 2010

Papel de las Anestesias en los Abusos por María Cristina Ravazzola

Los fenómenos de Abuso no son esporádicos y casuales, sino que son fenómenos instalados en las relaciones. Aún los más aberrantes tienden a repetirse y a formar parte de dinámicas en las que es posible identificar diversos componentes: compulsión, uso del otro como si fuera un objeto, secreto, vergüenza, consecuencias perjudiciales para las víctimas, etc.
¿Cómo es que esto sucede? ¿Cómo es que las personas pueden sostener estas dinámicas? ¿Qué se dicen o qué se producen a sí mismas que les habilita a continuar con las mismas conductas?
La preocupación por identificar algunas variables presentes en todos los casos de abusos de distinto tipo que he conocido me llevó a pensar en un cuadro a doble entrada cuyos elementos podían dar cuenta de la producción y reproducción de estas conductas repetitivas. Fui desarrollando primero un cuadro inspirado en los estudios sobre autoritarismo, en especial en los trabajos de José Joaquín Brunner, sociólogo chileno quien sostiene que los sistemas autoritarios se mantienen cuando se mantienen las ideas, las conductas y las estructuras que son consistentes con dichos sistemas.
Así es que estas ideas, conductas y estructuras forman una de las entradas del cuadro, que se cruza con la otra entrada, constituída por los actores o participantes de la escena de violencia, que son por lo menos tres. Uno es la persona que sufre el abuso, la víctima que recibe el maltrato, otra es la persona maltratadora y la tercera es la persona que tiene algún acceso al conocimiento de que esta situación ocurre. Este último elemento incluye vecinos, otros parientes, los hijos, los profesionales consultados, etc.
Los intentos de profundizar las ideas autoritarias que favorecen los abusos, nos llevaron a identificar series de pensamientos esencialistas, jerárquicos y discriminatorios, y a buscar contrastarlos con los estudios acerca de las diversidades y las pluralidades.
En cuanto a las conductas, si bien los maltratos son paradigmáticos, enriquecimos este punto con el análisis de los discursos propios de los actores estudiados en su contenido (afirmacines sexistas, racistas, descalificaciones,etc.) y también en su forma (órdenes, provocaciones, delegaciones, etc.)


Cuadro del Esquema Original del Circuito de Abuso Familiar



Actores Persona Persona Personas Testigos

Abusadora (A1) Abusada (A2) Contexto (A3)


Ideas

· La persona abusadora no puede controlarse.
· La persona abusada es inferior.
· Las mujeres deben ser cuidadosas y complacientes siempre y con toda la familia.
· La familia debe mantenerse unida a cualquier costo.
· Los hombres son quienes deben ejercer el poder y la autoridad en la familia.
· En cuestiones familiares no deben intervenir los de afuera.

Acciones

Las provocaciones y los malos tratos son elementos frecuentes y
“naturales” en las conversaciones.

Estructuras

Están reificadas. Son consideradas por encima de las personas.
Mantienen una organización con jerarquías fijas naturalizadas o escencializadas.


También incluímos ahora en el cuadro el estudio de las emociones propias de estos circuitos. Encontramos algunas muy características, como la vergüenza que experimentan las víctimas (vergüenza ajena, porque debería sentirla el perpetrador); el miedo de las víctimas provocado por las amenazas; el miedo de los victimarios a perder las condiciones que les aseguran las víctimas (placer, autoestima, lugar calificado en el sistema social, etc.), y, básicamente, una emoción muy particular: la no emoción, la negación de la emoción y la percepción, la ANESTESIA.

Características de la ANESTESIA presente en los ABUSOS

La idea fructífera del papel de la Anestesia en los abusos es considerar que los actores involucrados están todos, de distintas maneras, anestesiados en sus emociones y percepciones. Muchas veces nos hemos asombrado porque un niño víctima, o su madre, cuentan un relato de abusos reiterados con la naturalidad con la que contarían un viaje de vacaciones. Si no estamos advertidos de que ese particular estado emocional es propio de las personas victimizadas en estos sistemas sociales, esa “frialdad” o “distancia” nos impacta negativamente hacia ellas, nos quita empatía y hasta nos hace dudar de la veracidad de esos relatos. Ese efecto “anti empático” a veces hasta nos impide tomar contacto con el horror (nuestra emoción como terceros actores) ante los actos aberrantes de los abusos.
Los operadores inexpertos suelen describir “Algo raro tenían esas mujeres. Parecían de piedra. Lo que contaban era enloquecedor...y ellas tan tranquilas”, desconociendo la importancia de este factor anestesiante que menciono.

No vemos que no vemos

Heinz von Foerster describió [1] otra vertiente interesante al referirse a los fenómenos anestésicos. Los ubicó como fenómenos particulares de conciencia, para los cuales tendríamos un “agujero ciego”, como tenemos para la percepción óptica. Tomando la metáfora de la explicación del “agujero ciego” – un ejercicio con el que los físicos biológicos demuestran la falta de conos y bastoncillos en una zona de la retina correspondiente a la salida del nervio óptico – él recorta la curiosidad de que, aunque en ese punto no vemos, igualmente construimos una imagen que nos “rellena” el agujero de nuestra percepción.

Problemas de anestesias en los abusos en las relaciones familiares
Un desarrollo sobre teorías, emociones e interacciones que juegan un papel en la repetición de los ABUSOS.

La violencia familiar es uno de los fenómenos sociales más absurdos e inaceptables, no solamente porque se trata de un evento no esperado ni calculable dentro de las dimensiones de las relaciones humanas en general, ni tampoco por el hecho de provenir de sujetos que supuestamente deberían funcionar como solidarios y protectores hacia quienes violentan, sino, además, fundamentalmente, porque este acto aberrante tiende a repetirse.
¿Cómo se puede explicar esto?, y, ¿cómo algunas explicaciones pueden ayudarnos a ayudar a quienes padecen este problema?
Teniendo en cuenta el importante papel que las ideas [2] , como teorías y explicaciones de las conductas, juegan en los circuitos repetitivos de la violencia, planteo discutir una que nos puede ser útil:
-La repetición de "patterns" indeseados es posible debido a que los protagonistas "no ven que no ven". Es decir que ellos siguen una lógica, desde cada uno vista como coherente, que les impide tomar conciencia del significado y de las consecuencias perjudiciales de sus propias conductas. Lo que es peculiar en este fenómeno de negación es que incluye la negación de la propia anestesia.
Esta idea permite encontrar explicaciones para la repetición, perpetuación y la casi contaminación de los fenómenos de ABUSO.

Los contextos de impunidad, corrupción, discriminación, y naturalización, legalización, y de justificación de la violencia (como la guerra por ejemplo), contribuyen a sostener los actos violentos. ¿De qué manera? Generan distintas formas de anestesiar el MALESTAR que deberíamos experimentar para impedir que la violencia continúe o se repita. Las series de TV en las que aparecen escenas de violencia que son experimentadas como respuesta lógica a provocaciones previas, hacen el efecto de “naturalizar” la violencia y justificarla. Por añadidura, este acostumbramiento a las emociones fuertes que despiertan las imágenes reiteradas de violencia, no favorecen el desarrollo de emociones de empatía para con las víctimas.

Por otra parte, como corolario de la idea del doble ciego, los estudios acerca de la violencia social muestran que ésta tiende a no repetirse en cuanto se hace posible el registro del MALESTAR, entendido como disonancia afectiva [3] que debiera producirse frente a las prácticas violentas. Este malestar, si fuera conciente, podría llevar entonces a cualquiera de las personas involucradas en los circuitos de violencia familiar a re-accionar (a EJERCER alguna acción diferente), y por lo tanto, a hacer posible la interrupción de un circuito violento. Sin embargo, la evidencia de que estos circuitos son muy persistentes, nos hace pensar que esta percepción de malestar no es accesible en forma sencilla y directa para ninguna de tales personas involucradas.

Quienes como operadores de los distintos sistemas sociales prestamos ayuda a familias con problemas de abusos, concientes de la relevancia de nuestras acciones y discursos, debemos aprender a registrar y recuperar sistemáticamente nuestro propio MALESTAR, además del malestar que les toca registrar a las instancias protagónicas [4]. Cada vez que nosotros lo negamos, o lo minimizamos, como parte de la conversación que se genera en una entrevista, por ejemplo, reforzamos involuntariamente una lógica que admite que ocurran nuevos episodios de violencia, participando de una anestesia que los propios protagonistas del sistema no registran como tal. Recuperar ese malestar nuestro, entonces, es imprescindible como punto de partida para producir una perturbación en estos sistemas tan estables y para poner punto final a esta cadena de negaciones que está a nuestro alcance y no al alcance directo de los protagonistas. Ellos no pueden ver lo que niegan.
Siguiendo esta pauta voy a describir cómo se producen y mantienen las negaciones de negaciones, poniendo el acento en los problemas específicos que tenemos en particular los terapeutas, en cuanto al riesgo de participar inadvertidamente de una lógica que acreciente y ayude a sustentar el "no ver que no estamos viendo", entonces, REFORZANDO el sistema violento.

¿Cómo contribuye esto a la NEGACION y a la ANESTESIA?. Sin proponérnoslo, y debido tal vez a lo insoportable del malestar, podemos obstaculizar ese indeseable registro. Si la anestesia es exitosa, aquellos malestares que debiéramos experimentar todos y, especialmente quienes pertenecemos a instancias de consulta, como son la indignación, la rabia y la impotencia, ni siquiera aparecen. En su lugar, hasta puede aparecer un comentario risueño. Un chiste.
Para dar una idea de la eficacia de estos contextos, tomemos en cuenta que en Argentina el tema de la violencia familiar se hizo figura sobre fondo recién cuando el varias veces campeón mundial de boxeo, Carlos Monzón, asesinó a su esposa estrangulándola y arrojándola por un balcón. Hasta entonces parecía que el tema hubiera sido ajeno, propio de locos o pobres (vigencias de los contextos de discriminación social). Y todavía hoy se usa el nombre de quien lo vió y denunció -un humilde "cartonero", recolector clandestino de cartones tirados a la basura- en alusión "chistosa" a los pobres. Con ese truco se desautoriza sutilmente al testigo que denuncia el crimen.
Los agentes sociales que somos llamados a intervenir y que se supone que sabemos qué y cómo "ver" para poder interrumpir el circuito de violencia, también corremos lamentablemente el riesgo de ser "doblemente ciegos", y de dejarnos llevar por estos efectos.
Tal vez nos sirva de muestra describir, el efecto del nombre con el que denominamos el problema. Para hablar de las agresiones en la familia empleamos la expresión "violencia familiar". También hay quienes hablan de "familias violentas", de "sistemas familiares violentos" y también se usa la expresión "circuito de violencia familiar" [5] . Todas estas expresiones remiten a la idea - falsa - de que en esas familias hay varias personas, todas igualmente violentas, agrediéndose unas a otras. Por supuesto que esa imagen provoca alguna indignación. Pero, en la práctica de la "violencia familiar" quien golpea tiene mayor tamaño, mayor fuerza y mayor poder que quien es golpeado. Si tenemos ese registro, ya no se nos aparece la imagen de "varios que pelean", sino que aparece el sufrimiento y el dolor de quien es, en esa interacción, víctima del mal trato. Y si vemos, que ese dolor y ese peligro se repiten, y que eso se produce una y otra vez, esa conciencia nos indigna, y nos promueve una reacción.

El malestar, la disonancia afectiva en sí, no es una sensación grata. Justamente, nos molesta. La palabra "víctima" también nos molesta. Muchos terapeutas familiares sistémicos se resisten a aceptarla, especialmente si la mujer golpeada pelea, discute o insulta. Una mujer con el ojo negro y manchas moradas diseminadas en las piernas y la espalda, no causa gracia ninguna, salvo como humor negro. Molesta. Cuanto más aún si se trata de un niño maltratado. Sus marcas molestan. Y, si NOS molesta, vamos a tender, casi automáticamente, a defendernos y a alejarnos de esa sensación. La víctima lo va a hacer también. Va a tratar de esconder sus marcas y a inhibir su capacidad de ataque. Lo va a hacer para nosotros y para sí misma. Para disminuirnos el malestar.
En este terreno, de la anestesia al malestar, la violencia en la familia cuenta con muchos trucos, que son efectivos en varios niveles y el fenómeno ha sido ocultado por siglos a los ojos sociales.


Anestesias específicas según los diferentes actores sociales

Retomando ahora el esquema del CIRCUITO de la VIOLENCIA FAMILIAR, vamos examinar cuáles son las anestesias propias de cada uno de los actores y cómo es posible que ellos no vean lo que no ven.
Dijimos que en la violencia familiar se producen circuitos repetitivos y que en ellos participan por lo menos tres instancias como actores sociales: una instancia o personaje ABUSADOR, una instancia o personaje abusado y una instancia contextual reforzadora.
Cada uno de ellos sigue una lógica en el pensar, emocionar y actuar que favorece la repetición del circuito abusivo.
Los componentes más habituales de estas lógicas son los siguientes:
La persona ABUSADORA :
- se siente víctima de algo que su mujer o su hijo hace o no hace y siente temor de que ellos se independicen y lo dejen
- sus propias sensaciones son centrales para él/ella
- abre poco espacio de sí para resonar con lo que sienten los otros. No se pone en el lugar del otro.
- siente que debe ejercer un CONTROL sobre los actos de los otros y que, de no ser así, pueden sobrevenir peligros inaceptables.
- supone que puede dar rienda suelta a lo que siente, que no necesita autocontenerse (tema de género en la sexualidad del varón)
- supone que son los demás, especialmente la persona ABUSADA, quien debe CONTENERLO, no que debería responsabilizarse por su propia contención
- supone que se encuentra en una jerarquía superior a la de la persona ABUSADA, a quien, entonces, no necesita respetar
- cree que nadie de afuera debe intervenir en los conflictos familiares

En sus conductas:
- grita, utiliza modos descorteses con la persona ABUSADA,
- da órdenes,
- desprecia y descalifica, humilla
- critica, hace gestos de desagrado
- no pide, exige,
- no agradece,
- no reconoce logros o méritos,
- golpea, amenaza, extorsiona, insulta, maltrata de diferentes maneras o ejerce otras formas de tortura
- empuja, pisotea, ahorca, pellizca, abofetea
- seduce tratando de aliarse con el 3ro contra la víctima.
- viola la integridad física del otro

Todo aquello que piensa y siente, le impide registrar indignacion y vergüenza frente a sus propios actos violentos. No ve que no ve su propia arbitrariedad ni su peligrosidad, ni el daño que causa desde su ABUSO, ni sus propias dependencias y fragilidades.
En cuanto a las construcciones lógicas de la persona ABUSADA, vemos que:
- experimenta baja autoestima
- no conoce sus recursos, ni cree que los tenga
- no cree tener derecho a defenderse
- cree que el ABUSADOR es dueño de algún saber que justifica el trato que recibe, cree que se portó mal.
- cree que hay algo fallado en ella
- cree que falla también en no poder CONTENER al ABUSADOR.
- cree que ella ha provocado al ABUSADOR y que eso explica el castigo.
- cree que el ABUSADOR no es responsable del daño que le inflige, porque a su vez es o ha sido víctima de otros.
- cree que el ABUSADOR es una AUTORIDAD.
- escucha el discurso del ABUSADOR como VERDAD y habla con sus palabras
- siente vergüenza por lo que le pasa.
- cree que nadie de afuera debe intervenir en los conflictos familiares, que la familia debe arreglar sus propios asuntos
En sus conductas:
* sostiene, apoya y cuida con mucha fuerza y eficacia al ABUSADOR de distintas maneras complejas aunque a veces aparente atacarlo.
Lo que NO VE QUE NO VE es su propio sufrimiento, la injusticia de su propia situación, el peligro que corren su salud y su vida. No ve sus propias capacidades de actuar de modo eficaz ni su derecho a defenderse.
Habitualmente, la persona victimizada cree en los efectos positivos del AMOR incondicional sobre el amado. "Alguna vez, con amor, va a lograr cambiarlo".
Cree
- en la generación espontánea de reciprocidad en el trato. "Si yo lo trato bien, lo atiendo, él tiene que darse cuenta y cambiar".
- que es mejor tolerar y aplacar que defenderse, que si muestra algo de su fuerza o su poder puede "provocar" más al marido y agravar la violencia. "Si lo enfrento se pone peor".
- que ella es quien tiene que aliviar el malestar de él. "Como yo estaba cansada, no lo acompañé y ahí él se sintió muy solo".
- que ella NO tiene ningún poder para cambiar las cosas.

Las desigualdades de género como contexto favorecedor de la violencia familiar

En el caso en que las personas abusadas sean mujeres, es habitual que su "no ver que no ven" esté relacionado con los mandatos de género que ellas han recibido a lo largo de su permanente proceso de socialización, y que les configuran y refuerzan estas creencias. Ellas aprenden a estar pendientes de las necesidades de los otros y de las opiniones de los otros, incluso cuando se refieren a ellas mismas, de forma tal que se acostumbran a desestimar tanto el registro de sus necesidades como también sus propias opiniones. Así mismo aprenden a registrar y a hacerse cargo de las fragilidades e indefensiones humanas en general, sólo que, mucho más de las de los demás que de las suyas propias. Concebidas culturalmente según la ecuación MUJER=MADRE, se las adiestra en el papel de madres universales, también se sienten madres del marido, a quien van a tender a comprender y defender más que a sí mismas, aún y especialmente, en el caso en que él las golpee. Y ellas se van a conectar automáticamente con las necesidades de él, no con las propias.
El entrenamiento social de las mujeres es complementario al de los varones. En nuestra cultura, el varón generalmente se entrena para llegar a ser el "jefe" de la familia, competir con otros varones a quienes puede considerar sus iguales, registrarse a sí mismo en posiciones centrales y de jerarquía superior en relación a las mujeres, “ser el que sabe”, “el que puede” y “el que decide” en su grupo familiar.
Esta diferente preparación de las mujeres y los hombres explica la constitución del terreno en el que las mujeres golpeadas construyen una "realidad" en la que "no ven" que el trato que reciben no es de AMOR, ni de reciprocidad en los cuidados. Alimentan la esperanza de que cada violencia sea la última, tal como el marido les promete. Le "creen" y confían en sus promesas, aunque él las defraude una y otra vez. Hasta vemos que, cuando ellas toman contacto con una emoción de sí mismas, ésta no es el enojo ni el odio, sino que, frecuentemente, es la vergüenza. Paradojalmente, ellas asumen protectoramente la vergüenza en lugar de él. Ellas "sienten" la vergüenza que él debería sentir. Es decir, que son ellas las que se sienten avergonzadas en lugar de él, ecuación que popularmente se conoce como "verguenza ajena". Este MALESTAR no la ayuda. En la medida en que ella experimenta vergüenza en lugar de él, éste malestar tiene efecto nulo en el sistema. De allí podemos suponer que, si un miembro del sistema familiar siente el malestar que debería sentir otro, este fenómeno es parte de los efectos o trucos de los que hablamos. Los operadores deben estar alertas para intervenir "corrigiendo" esas depositaciones emocionales tramposas.
También la preparación social diferenciada por género permite entender que el golpeador, a su vez, no "vea" que ella sufre, ni que está lastimada. El puede no parar [6] de golpear hasta que termina de descargar su contrariedad. Construye la "realidad" desde su propia necesidad y centralidad, sin registrar vergüenza u otro malestar, en la medida en que se explica a sí mismo su conducta como justificada por alguna causa, y nadie lo confronta con su creencia.
Cuando el golpeado es un niño, éste puede no registrar que los otros niños no son castigados, que los otros niños pueden jugar, llorar, hacer cosas que a veces imprevistamente molestan a los adultos, pero que a esos no por eso les pegan, ni tienen derecho a lastimarlos. Los niños maltratados pueden no ver que no experimentan demasiado dolor, ni vergüenza ni desesperación porque su "realidad" quedó construida en una secuencia solo compuesta de "actos propios censurables" y "castigos correspondientes". Pueden inclusive no registrarse a sí mismos como "niños", si no imaginarse más grande que su madre o padre golpeador, y sentirse quien tiene, por lo tanto, que comprender las "debilidades" de ellos. Esto explica muchas veces el silencio de los niños que no delatan a sus padres golpeadores o incestuosos.

Entre las ideas que propone el contexto discriminatorio en relación al género, debemos destacar supuestos sobre la sexualidad masculina que juega un papel muy importante en el sostenimiento de las acciones de abuso sexual. Existen, desde el sexismo, discursos acerca de la sexualidad masculina y que Wendy Hollway [7] identifica como los tres discursos que muestran la construcción social dominante en la cultura occidental que son: a) “el discurso del impulso sexual masculino”, b) el discurso de “tener/ sostener” y c) el discurso permisivo, citados por Leslie Miles en un trabajo relacionado con el SIDA y las mujeres en riesgo por sostener esos discursos [8]. Para estos discursos la sexualidad queda como un impulso biológico no mediatizado. Según el discurso del impulso sexual masculino, un hecho central de la masculinidad es el deseo/necesidad de sexo, esos impulsos sexuales son básicamente animales y difíciles de controlar. “Una vez desencadenada la excitación y la erección, el varón no puede detener su impulso y debe consumar el acto sexual”. “Las mujeres o quienes generen la excitación son responsables y quienes deben cuidar que no se desencadene el proceso incontrolable”. Este discurso está en el trasfondo de algunas leyes sobre violación y sobre matrimonio e incluye la idea de que el hombre tiene derechos sexuales sobre “los suyos”. También se le asocia la idea de que la sexualidad queda ligada a la penetración, evidenciada como deseo/necesidad típicamente masculina.
Según este discurso, se acepta para el varón una sexualidad egocéntrica, que puede prescindir de los sentimientos o el placer del partenaire, más relacionada con rendimiento y cantidad que con calidad. De ahí se deriva la idea de un sujeto deseante masculino, y los “objetos” (mujeres, varones, niños/as) con quienes él se satisface.
No es difícil imaginar cómo este discurso difundido y sostenido como construcción social de la masculinidad, autoriza el abuso sexual de niños, situación en la que el hombre que abusa puede sentir que él no es responsable de su impulso, no puede controlarlo una vez desencadenado y, por último, quien debería haberlo frenado sería el niño/a víctima.

La importancia de los operadores

Veamos ahora qué ocurre con la instancia contextual, es decir con los abogados, médicos, terapeutas, vecinos, maestros, etc. Quienes pertenecemos a esa tercera instancia, la observadora, que incluye todo tipo de agentes de salud y de control social debemos ser concientes de cuáles contextos favorecemos. Es muy importante que nosotros SI "veamos" aquello que se nos presenta habitualmente entre velos invisibilizadores.
Así y todo me pregunto, ¿cómo hacemos nosotros para recuperar esa disonancia de la que hablábamos, la sensación de molestia, el malestar, llave que nos permitirá abrir otras alternativas para estas personas?. Esta pregunta es especialmente relevante en el caso de los terapeutas en general y de los terapeutas familiares en especial, muchas veces llamados a intervenir frente a estos problemas. A veces la mirada de un observador ingenuo puede estar más cerca del dolor y de la indignación, y ser entonces capaz de dar lugar a un cambio, que la mirada de terapeutas de mucha experiencia pero no entrenados en estudios de género ni en la patología específica de los abusos.
El ejercicio de una mirada cuestionadora y alerta sobre nosotros y nuestra tarea no es fácil. Quiero poner el foco sobre algunas teorías simplistas acerca de los sistemas, así como sobre la fascinación técnica de algunas estrategias, que nos pueden llevar a negar el MALESTAR que se nos produciría si los fenómenos injustos se nos hicieran evidentes.
a- Tendemos a considerar a todos los sujetos miembros de una misma familia como iguales jerárquicamente. Sería así si todos tuvieran el mismo entrenamiento en el ejercicio del poder y el mismo acceso a los recursos sociales y económicos que habilitan para dicho ejercicio.
Es una ventaja el poder darnos cuenta, en muchas situaciones, de que existen cuotas de poder aún de los más débiles, pero resulta un inconveniente si inferimos por esto una igualdad, como es fácil de entender en el caso de los niños pequeños maltratados y golpeados por sus padres, pero ya no tanto si los niños tienen actitudes desafiantes o si se trata de mujeres adultas. Este supuesto de igualdad no nos deja "ver" que, aunque muchas veces los protagonistas víctimas pueden más de lo que creen, ellos no tienen conciencia de su poder, ni se sienten habilitados a ejercerlo, dependiendo esto del contexto sociopolítico. En países donde está francamente penado por ley el lesionar a familiares, y existen entidades accesibles que recogen estas denuncias y operan con eficacia, los niños y las mujeres que sufren malos tratos tienen más conciencia de sus derechos que en Argentina y otros países de Latinoamérica.
b- Algunas veces, aunque no vemos igualdad, construimos una noción que tiene un impacto semejante: la noción de COMPLEMENTARIEDAD porque interpretamos que algunas distribuciones de tareas y emociones se desarrollan a partir de negociaciones y acuerdos. La comprensión muchas veces útil de los fenómenos complementarios no nos deja a veces "ver que no vemos" las diferencias jerárquicas. Consideramos la interacción complementaria como un interjuego entre A y B sin registrar regularidades que nos harían sentir mal, tales como:
-que siempre son las B (femeninas) las que están en el polo complementario inferior, mientras que son las A (masculinas) las que se ubican en el superior. (Muy rara vez atendemos a un varón golpeado sistemáticamente por su mujer, o violado, o denunciando a su mujer como agresora incestuosa de un hijo). No tiene el mismo efecto escuchar que la mujer complementa al varón que escuchar que es el varón quien complementa a la mujer. Entonces, hay diferencias repetidas y constantes.
c- Levantamos la bandera de los valores familiares corriendo el riesgo de idealizar LA FAMILIA sin tener en cuenta las diferencias entre familias que cuidan a sus miembros y familias, en cambio, en las que sus miembros están sufriendo serios perjuicios. Podemos "no ver que no vemos" los peligros de defender la estructura por la estructura misma. Muchas veces, "la familia" con la que sí contamos para que nos ayude a modificar circuitos sintomáticos, está representada, en realidad, por la madre, la abuela, las hermanas, la esposa, ....las mujeres. No todos los hombres de esta cultura asumen fácilmente sus responsabilidades para con sus hijos. Muchos se desentienden. En cambio, damos por sentado que la mujer-madre sí se va a hacer cargo de los hijos. Es importante entonces, en cada caso, evaluar con qué familia contamos y cuáles son las personas de las que podemos esperar ayuda.
Los terapeutas conocemos la importancia del "poder de la debilidad" y también reconocemos el beneficio secundario que conlleva un síntoma o una manifestación de incapacidad. Sabemos también que no sólo las acciones directas y lineales producen un efecto de presión si no que sostenemos la importancia de las retroacciones y las causalidades circulares. Pero estos fenómenos más indirectos llevan su tiempo y demandan otros costos. El fenómeno de la retroacción en las interacciones entre seres humanos no puede ser desligado de la variable temporal. A la larga -con el tiempo- se re-equilibran acciones. Pero, cuando se trata de fenómenos violentos, no podemos olvidar que en el presente, y mientras transcurre el tiempo de la retroacción, se produce un daño a la víctima [9]. Con el tiempo, las víctimas pueden ejercer alguna influencia, pero mientras tanto necesitamos "ver" y enfrentar el malestar que nos produce su sufrimiento.
Si bien es cierto que en contextos de desigualdad de género las mujeres ejercen un tipo indirecto de poder, (les es riesgoso el ejercicio abierto de sus propias capacidades), las acciones violentas no dejan a veces tiempo para que ellas tomen conciencia de su poder, y se defiendan. Además de "no ver que no vemos" el contexto amplio de desigualdad social de género, ni el hecho habitual de que las mujeres, para ser aceptadas en ese contexto, deben mostrarse como poco poderosas, no vemos los efectos de disminución de autoestima y de confianza en la propia inteligencia y capacidad que, a partir de la práctica constante de esa posición, se les instala como una "verdad" acerca de sí mismas.

d- Siempre es más fácil enfrentar a alguién más débil. En las situaciones de violencia familiar, los efectos antiéticos de culpabilizar a la víctima son a veces enmascarados, detrás del éxito para convocar y mantener un diálogo con el ABUSADOR, aunque para ello haya que "no ver" o que silenciar las evidencias del abuso del poder. Esta actitud puede hacer que reforcemos peligrosamente la tendencia de las mismas mujeres denunciantes de dejar de lado su protesta y su denuncia y sacrificar su bienestar personal en bien de conservar la unión de LA familia. Si esa mujer, que se animó a abrir su sistema familiar a otro a quien informa de la situación violenta que padece, se topa con alguien que "no ve que no ve", corre el peligro de que se le refuerce su propia sensación de culpa por atreverse a denunciar a alguien de SU familia, cuando no su propia negación de los daños y los riesgos. Entonces se verá inclinada a seguir aguantando o a seguir negando la intensidad de la violencia, lo que favorece la repetición del ciclo.
Todos podemos, aun la propia víctima, entrar en la complicidad de los abusos y volvernos doblemente ciegos. Y creer que hay que aplacar, silenciar, esconder, minimizar, para no molestar a los actores protagónicos ni a nosotros mismos. Necesitamos nuestra conexión reflexiva con las emociones, que a su vez se ligan con nuestros valores y principios éticos, para hacer lugar a los conocimientos (perspectivas de socialización de género, efectos de las desigualdades jerárquicas en los sistemas autoritarios, técnicas y juegos comunicacionales, etc.) que nos orienten acerca de cómo poner efectivos límites a los eventos nefastos de la "violencia familiar" y los abusos de personas que implica.
El registro de la dimensión del contexto GENERO en el análisis de las formas de socialización que proponen estereotipos para los varones y las mujeres, ayuda a poner en evidencia algunos de los efectos mencionados, y a que, entonces, diferentes agentes sociales (médicos, abogados, jueces, policías, asistentes sociales, etc.) puedan también re-conocer aquellos fenómenos invisibilizadores específicos que pertenecen a sus respectivas profesiones.



Autora: Dra. Cristina Ravazzola

Dorrego 2373 (1425) Buenos Aires, Argentina
Tel/fax: 54 11 4 785-2305,
E-mail:
ravazzolacristina@yahoo.com
[1] En “Visión y Conocimiento: disfunciones de segundo orden”, Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad comp. por Schnitman D., Paidos, 1994.

[2] Recordemos que las Ideas son una categoría importante de las descriptas en el esquema del ABUSO.
[3] estudios citados por Carlos Sluzki en su presentación: "Orientación terapéutica para víctimas de la violencia política" en las Jornadas "Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad". INTERFAS. Buenos Aires, octubre de 1992, publicado como "Violencia familiar y violencia política. Implicaciones terapéuticas de un modelo general", en Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad comp. por Schnitman D., Paidos, 1994.
[4] En el esquema del ABUSO se describen tanto las instancias protagónicas como las referidas al contexto.
[5] Ravazzola M.C. Workshop presentado en las Jornadas de Violencia Familiar organizadas por el Postgrado interdisciplinario en Violencia Familiar, Facultad de Psicología, U.B.A. diciembre de 1990.
[6] Obviamente, en el caso de la violencia conyugal, la proporción de maridos golpeadores es tan alta que no es ni siquiera comparable en cifras con la de las mujeres. Las cifras cambian, y tienden a equipararse, cuando se trata de golpear a niños. Vuelven a ser abrumadoras a favor de los varones cuando se trata de abusos sexuales, sobre adultas y sobre niños. Allí los victimarios son, otra vez, mayoritariamente masculinos.
[7] Hollway, Wendy, “Gender difference and the production of subjectivity.” Changing the subject: Psychology, social regulation and subjectivity. London: Methuen. 1984.
[8] Leslie Miles, “Women, AIDS and Power in heterosexual sex: a discourse analysis”. In M. Gergen and S. Davis Eds. Toward a New Psychology of Gender. A reader. New York and London: Routledge. 1997
[9] Simon F. E. y Schmidt G., "La falta de poder del pensamiento circular", Rev. Sistemas Familiares. año 1 nº 2.Buenos Aires, Dic 85.

El Poder tiene género por María Cristina Ravazzola

Importancia de los estudios sobre poder y género en la práctica de la Terapia Familiar


Ejercer Poder en esta cultura significa: producir consecuencias, influir, darse un propio nombre, tener una voz y una palabra propia, definir los propios términos en cada interacción. Para seguir la recomendación que hacen autores que propician los nuevos paradigmas de que usemos la ironía en las revisiones críticas de los conceptos, podemos agregar las palabras definitorias de un maestro mafioso argentino: tener poder es tener la posibilidad de impunidad (A. Yabrán, programa de TV de Mariano Grondona de marzo de 1997).
¿Quienes están en estas condiciones? Esta pregunta es muy importante porque establece quiénes son los que están en condiciones de construir “realidades” y “verdades” sociales porque pueden hacer oír su voz en el concierto de las conversaciones y quiénes no, y en qué contexto.


Poder y Opresión - Concepto de Resistencia

Conocemos poco de la Historia de las estrategias de defensa-supervivencia de los oprimidos. Siempre testimonian los vencedores. Tal vez parte de esa estrategia consiste, fundamentalmente, en que su voz exista pero circule fuera del registro de los opresores (formas de lenguajes lunfardos, cockneyned, chusmerío, etc.) De los oprimidos se espera que funcionen sin voz y sin testimonio, que no existan o no se note que existen. De ahí la marginalización y la exclusión social. Permite a los opresores y a los oprimidos no resistentes creer que los oprimidos resistentes efectivamente NO EXISTEN.
La Historia que existe y se enseña es la que se relata desde la perspectiva de los hombres blancos, vencedores en las conquistas de pueblos que luego oprimieron: prototipo de el andros griego . No existe la Historia desde la perspectiva de las mujeres, como no existe la Historia desde la perspectiva de los vencidos; sólo se conoce la versión de los vencedores.
Los movimientos de mujeres intentan recuperar la historia desde la mirada de las mujeres y de reivindicar el prestigio de las estrategias utilizadas por ellas como sector oprimido. Tratan de recuperar los contenidos de esa historia invisible para los vencedores estudiando los discursos propios del “chismorreo”, de las “intrigas”, de las “conspiraciones”, de las “deslealtades y traiciones”, las mentiras, los secretos, las alianzas, las hipocresías, las seducciones, las astucias, los trucos, las trampas, las transgresiones, las subversiones, etc. Todas estas modalidades discursivas desprestigiadas, con “mala prensa” han permitido una resistencia indirecta, no-frontal. La resistencia frontal hubiera sido suicida porque hubiera hecho visibles a las perturbadoras dominadas, quedando entonces en mayor riesgo supervivencia. Es obvio que el exterminio de mujeres habría sido demasiado perjudicial para toda la humanidad, por su papel en la procreación, pero, de hecho, las cazas de brujas se encarnizaban con las mujeres que ya no estaban en edad de procrear o con quienes no se sometían a que su sexualidad fuera meramente reproductora. Pero el problema de los discursos marginales es que son poco escuchados y de ese modo los oprimidos no terminan de sacudir las bases del orden “aceptable. No operan sobre el sistema amplio, o lo hacen con muy poco impacto.


El Poder tiene Género. Introduciendo cuestiones de discriminación de género

Yo violento a otro si avanzo dentro de su espacio personal sin su consentimiento. Pero, ¿cómo conozco acerca de la existencia de ese consentimiento si estoy en un contexto que me “consiente” un lugar de poder abusivo? En este punto, la impregnabilidad de la cultura patriarcal (J. Shotter) es clave. Un signo profundo de la penetración de esta cultura lo constituye la manera de criar de forma muy diferente a varones y mujeres. Los varones aprenden a dar un imperativo de acción a sus urgencias, y las mujeres a no poder formular y sostener un NO, palabra símbolo-baluarte del límite desde UNO al OTRO y de la percepción-vivencia del propio contorno y el propio deseo y NO deseo. ¿Dónde está entonces, la validez del argumento del consentimiento?
Si registramos ese orden dominante no debería extrañarnos ahora la enormidad del dilema. ¿Cómo poner un NO (antonomasia de la palabra del Sujeto discriminado frente al OTRO) cuando se ES ese OTRO en la cultura, para quien no fue definido ni autorizado el NO, y, justamente, ése, su NO, debería poder detener a quien la cultura define como paradigma del Sujeto-UNO?
A su vez, y para reforzar las dificultades, las señales de NO de las mujeres pasan a no ser creíbles desde aquellos varones entrenados en desestimar el valor de ese NO por suponerlo una parte convencional de una forma de cortejo. ¿Quién le cree al NO de las mujeres? Ni ellas mismas cuando lo declinan y ceden ante algún signo de contrariedad o de sufrimiento del Otro – Uno (En ese caso ellas no son Uno ni siquiera para ellas mismas).

Visiones relacionales de la violencia

El enredo violencia-patriarcado es grande. Lleno de sutilezas y complejidades para las que es bueno que estemos preparados.
Si proponemos una visión relacional de la violencia, e intentamos una visión relacional del poder, debemos tener en cuenta que esta visión no significa considerar una ausencia de potencialidades y capacidades en los oprimidos, pero sí alguna forma de inhabilitación de su ejercicio. Esto último debido a * razones materiales (diferencia concreta de fuerzas en oposición), ** razones psíquicas y/o *** socio - culturales (Hartsock). Las últimas implican una cierta abdicación del poder posible, en una dinámica compleja acerca de lo que las personas conocen sobre sí mismas.
Esta división sólo es útil para poder analizar y considerar este panorama general complejo, no lineal, diverso y problemático de la violencia, de modo tal que nos lleve a las diversas estrategias posibles de ser implementadas en la dirección de los cambios.


Análisis de posibles discursos

Es interesante revisar algunas palabras de uso corriente: maestro y maestría: implican dominio; autor y autoridad: el supuesto de que las ideas son generadas por una persona sola: lo que Shotter llama falacia autoral. El mismo autor cuestiona la idea de UNO MISMO, del self, como una entidad recortada. Lo define más bien como una imagen que aparece sólo en oposición a otros, como construcción propia y central del tipo A/ no A.
Desde esta propuesta se nos aparecen discursos que refuerzan los dominios y las discriminaciones, y sus alternativas:

UNIDAD FINITUD EFIMERO
TOTALIDAD FRAGMENTARIO
FUNDACIONAL FUNDAMENTAL ACCESORIEDAD CONTEXTUADO
FUNDANTE en una HISTORICIDAD
categorías FUERTES pensamiento DEBIL ¿ FEMENINO?
sujeto TRASCENDENTAL sujeto entre otros sujetos
ESENCIAS CONTINGENCIAS
causas PRIMERAS causas confluyentes
ORIGEN ORIGINAR CO-MANTENER

Con el ejercicio de la de-construcción re-aparece LO OTRO, el ruido, lo sub-sumido en la totalización, las grietas del sistema, que no es tan homogéneo como se nos presenta.
Es riesgoso para su prestigio que las estrategias de las categorías débiles y blandas se homologuen a las femeninas. Siguen pareciendo todas como de alguna manera de -valuadas. De nuevo aquí las investigadoras feministas pueden denunciar la campaña de desprestigio hacia las estrategias de los oprimidos. Nunca desde los discursos dominantes estas categorías serán vistas como nobles y honorables.



Resistencias al Poder

Miriam Lang nos advierte acerca de algunos intentos de cambio que terminan reproduciendo o reforzando el orden dominante. Por ejemplo, nos pide que tengamos cuidado con el énfasis en los reforzamientos de las “identidades culturales”. Los estudios que profundizan acerca de las diferencias étnicas, por ejemplo, serían, para esa autora, formas de “neo - racismos”, otras formas de discriminación, porque tenderían a reforzar la hegemonía de los grupos. Nos preguntamos, siguiendo esta línea, ¿hay también neo-sexismos? ¿Y neo-clasismos? Y, ¿cómo se ejercen?
Hay distintas formas de racismos, más o menos biologicistas y culturalistas, dependiendo de las explicaciones usadas para discriminar. En todas queda el sujeto OTRO despojado de su identidad como persona, reducido a la categoría de objeto de un sujeto. No cuesta mucho asociar esta diferencia tan categórica con la violencia. El sujeto UNO puede ejercer actos abusivos contra los OTROS a quienes ni siquiera considera sujetos como él, sus semejantes.
La complejidad de la violencia como forma de relación es tal que, dentro de los sistemas de dominación, la violencia fácilmente impone la violencia. Incluso la respuesta física que promueve es altamente violenta en la interioridad de la persona violentada: miedo, dolor, sufrimiento, enfermedad, parálisis, encierro, vergüenza, limitación. Estas manifestaciones de la violencia “hacia adentro” predisponen a la repetición. De ahí que el patrón cotinúe, se autorreproduzca con gran eficacia. Cuando la violencia produce ira y promueve acciones de liberación de la opresión, se produce la lucha y la oportunidad de otras negociaciones de los espacios de poder. A veces, el exterminio. La violencia es contaminante. El dilema es cómo, entonces, intentamos la CONvivencia entre diferentes.

Los estudios acerca del género como sistema de opresión aportan sistematizaciones que pueden sernos útiles si las aplicamos también para entender la lógica y los aspectos relacionales de todas las discriminaciones.
Según Nancy Hartsock y Cristina Molina Petit, frente a la dominación, habría
1) resistencias que reproducen el sistema opresivo (sin conciencia).
2) resistencias que no reproducen, con guerra, con grandes conflictos visibles, como son las guerras de liberación y las producciones de oposición.
3) resistencias que sí reproducen (con conciencia de la opresión pero sin conciencia de la reproducción), con conflictos generalmente visibles y
4) no resistencias que sí reproducen, con conflictos, visibles o no.


Acción de Visibilizar

Como ya dije[1], la visibilización de la opresión es difícil y molesta.
En una sociedad que exhibe formas de discriminación como el pretendido “respeto por las identidades culturales”, y un discurso “igualitario”, las desigualdades son disonancias que tendemos a minimizar. A su vez, las formas de defendernos de las injusticias, tienden a ser desprestigiadas porque no encajan en los modelos hegemónicos, patrimonio de los sectores dominantes, que no sufren de injusticias. Y entonces quien denuncia, perturba el sistema, se convierte en paradigma de “lo molesto” con lo que es atacado/a y excluido/a.
Para intentar analizar algunas formas interesantes de resistencia, podemos establecer violencias a distintos niveles. Por ejemplo, a nivel
a) físico y concreto: para resistir sería necesaria una equiparación de fuerzas. ¿Cómo hacerla? A través de :
n ¿escaladas?
n ¿coaliciones?
¿Cuáles son las implicancias?
En este nivel el tema es muy complejo porque implica el riesgo de limitar una relación a una ecuación acción-reacción que excluya un importante componente relacional: la reflexión, en especial: la autorreflexión. Si hubo acción - reacción, la reflexión sólo hace su re-entrada si los protagonistas recuperan: amor y com-pasión, proximidad con el otro vivido como uno (semejante), respeto por uno y por el otro, conocimiento de uno/otro.
La reflexión modifica los significados, las dimensiones y los valores de las acciones. La autorreflexión modifica las propias acciones, como si se interpusiera un obstáculo en el camino automático de una rueda en movimiento.

A niveles socioculturales, b-c) habría que contrarrestar efectos como la subvaluación y la exclusión sociocultural.
Una corriente sociocultural que otorga valor a las personas sobre la base de su actual capacidad de producción, su capacidad de consumo, la acumulación y posesión de bienes y de dinero, excluye o disminuye el valor de aquellos seres que tendrían categoría de menos humanos porque no responden a esta propuesta.
Los efectos de la dominación a niveles socioculturales son tales que, a partir de los discursos de la cultura mencionados, algunos sujetos se perciben a sí mismos como subvaluados. Han hecho carne ese discurso social (impregna el cuerpo). Y ya no se necesita más la acción de un opresor externo para mantener ese efecto. Esas personas se asumen como “el otro”, como el “no uno”, aceptan ese lugar social. Una vez así asumidos, responden emocionalmente, y más aún, psíquicamente, con aceptación de su lugar de oprimidos. No producen lucha por la equiparación. No resisten, sino que, por el contrario, avalan la continuidad del sistema opresor. Hasta, a veces, se asocian con el opresor para reproducir con otros la opresión de que ellos mismos son objeto.
En este aspecto, las resistencias a este orden sociocultural pueden tomar la forma de refugios en el campo de las ilusiones, con discursos y emociones que enmascaren las diferencias, las nieguen, o las transformen en otras dimensiones supuestas. Por ejemplo, los discursos sociales de igualdad nos anestesian la percepción de estar inmersos en estructuras de dominación, y no nos permiten aceptar y considerar el valor de algunas acciones como estrategias de supervivencia en esa estructura. Me refiero por ejemplo, en el terreno del género, a la coquetería, a la seducción, a la sumisión, a la reducción de la esfera de acciones, a la reducción de la conciencia de la propia potencia, etc. La conciencia de opresión produce un tremendo malestar, y es más fácil y aceptable, produce menos fricciones, la negación de esa percepción. Pero desde mí No veo que no veo[2].
De hecho, sumergidos en la estructura de dominación, tenemos muy pocas experiencias de paridad, de igualdad con otros que también son Unos para sí mismos. Cuando disfrutamos una velada entre amigos, en la que deseamos que el tiempo no pase, en la que reímos, conversamos, nos contamos y nos hacemos bromas, esa sensación de límites difusos con el otro, esa sensación de placer, de no - presión, de decisiones tomadas consensuadamente de las que participamos todos, de comodidad, de dejarse estar, de sorpresa de aprendizajes o de aparición de ideas y soluciones impensadas, todas esas son emociones correspondientes a las esferas relacionales paritarias. Algunas novelas románticas, algunas descripciones del AMOR y del enamoramiento, también aluden a esa relación especial con otro, situación en la que no queremos nada productivo de ese otro, sólo estar con él o ella, sólo SU bienestar. Los enamoramientos no tienen por qué aludir sólo a la relación de pareja. Sí tienen que ver con ese placer indescriptible de disfrutar CON otro, con disfrutar con el placer del OTRO. Lamentablemente, en la organización de nuestra vida, esas sensaciones y momentos son escasos.


Lógica de la dominación. La dicotomía aristotélica

Muchas autoras provenientes del feminismo ponen énfasis en los efectos de la prevalencia de la lógica dicotómica aristotélica en el mantenimiento de las estructuras de dominación patriarcales.
La experiencia de la diferencia no es necesariamente valorativa. Sí lo es si se experimentan las emociones que promueve la lógica dicotómica aristotélica: la ecuación Uno/Otro = Uno/no Uno. Esa lógica, con sus principios de identidad, oposición y tercero excluido, no establece una serie de iguales pero diferentes, en la que A es distinto de B, distinto C, distinto de D, sino que propone que lo que no es A es no A. Esa exclusión promueve actitudes de antagonismo, implica todas las emociones que acompañan al antagonismo, como el miedo y la hostilidad, y no promueve, lamentablemente, otras actitudes menos duras como la curiosidad, la exploración de alternativas, las incertezas, etc., con sus emociones correspondientes. Para muchos pensadores del campo de la psicología, por ejemplo, es válida la idea de que automáticamente experimentamos antagonismo con respecto a lo desconocido. Sin embargo, otros investigadores sostienen que la socialización dirigida hacia diferencias experimentadas como discriminaciones sustituye la emoción de curiosidad que experimentaría el ser humano socializado en el discurso de la aceptación del Otro como un igual jerárquico. Re - aparece la actitud y la sensación de curiosidad si hago lugar al OTRO como alguien sólo diferente de mí, en la experiencia de que YO soy UNO para mí y TU el OTRO para mí, pero, con la posibilidad de la experiencia recíproca, desde ti como sujeto (YO), para quien yo soy OTRO.

Si prevalece la dicotomía, siempre es el mismo YO quien define la situación. El OTRO, desde esa perspectiva, queda descalificado, definido como opaco al conocimiento, misterioso, no se sabe lo que piensa, ladino, menos humano, es decir, un objeto, con existencia sólo de “función”. Como tal queda apartado de la historia, no testimonia, o su testimonio no se registra o no tiene peso, pero, igualmente, es necesario para operar como contraste con respecto al UNO, sujeto (Nancy Hartsock). Esto quiere decir que el OTRO no está nunca ajeno al Poder. Un intento extremo de negar esta afirmación fue lo intentado con los “desaparecidos” de Latinoamérica, quienes, al no existir ni siquiera como cadáveres, debían quedar reducidos a un vacío de existencia. El reclamo permanente de sus familiares y las redes solidarias construídas desde las entidades que agrupan a sus Madres, termina por otorgar a estos sujetos exterminados una presencia internacional que sus exterminadores nunca imaginaron.


RESISTENCIAS y CAMBIO


Algunos autores dejan entrever que el ORDEN del patriarcado y de la modernidad, con sus concepciones dicotómicas y jerárquicas fijas, no podría cambiarse. Siempre reaparecería (Foucault), debería sustituirse por otra conversación (Rorty), deberíamos resistir, pero algunos sospechan que al hacerlo nos deslizamos en la misma lógica de la violencia y el poder. (Shotter, Foucault), o defendernos a través de no permitir que otros nos definan.
El abuso estaría en la base de cualquier estructura de dominación, como uno de sus componentes. Pensar en un cambio, en la posibilidad de no reproducir estructuras de dominación, requiere:

1) Advertir y desestimar la dicotomía aristotélica como una lógica válida de análisis ontológico.
2) Auto-reflexionar para advertir los gestos, emociones, discursos y posicionamientos PROPIOS, de mí misma, en el orden de los sistemas a los que pertenezco, con los que contribuyo a su reproducción.

El sexismo, el racismo, el clasismo, el culturalismo, no son privativos de los grupos dominantes, sino que nos vienen impregnando como formas de dominio desde hace siglos.
Deberíamos estudiar y conocer más acerca del fenómeno de las Resistencias. Hay nuevas investigaciones y conversaciones acerca de las Resiliencias, como características defensivas posibles de algunos sujetos, más allá de lo esperable, en condiciones en que otros sucumbirían.
También sería importante profundizar acerca del fenómeno de las Irreverencias, de los Des-respetos [respeto por la persona, pero des - respeto por la función repetitiva que ella cumple en los sistemas]. El humor, que aparece ligado a esta conjunción respeto/irreverencia y sus vicisitudes, también es una cuestión a profundizar por su efecto altamente subversivo del orden jerárquico de los sistemas.


Familia y estructuras de dominación

¿Cómo aparecen estos fenómenos en la familia?
¿Es la familia una estructura de dominación?
¿Y la cultura? ¿Cómo aparecen estos fenómenos en la cultura?

El sujeto recortado como YO, con el uso de ese pronombre en el discurso, es propio de las visiones individualistas acerca de los seres humanos. Cuando alguien dice YO tiene una visión de sí mismo/a autocontenida, discriminada, pero poco relacional. Sólo los dominadores tienen acceso fácil y directo a este uso. Para los dominados, concientes de la necesidad relacional, el nosotros es de uso más corriente[3].
En nuestra práctica de terapeutas familiares, nos enfrentamos muchas veces al famoso uso del “nosotros”. Alguien del sector dominado, con actitudes incluyentes, habla en plural: “venimos preocupados porque Pedro no va bien en el colegio”. Desde nuestro conocimiento de la comunicación, sabemos que esa persona no se está discriminando como para reconocer las diferencias entre los distintos miembros de su sistema familiar. Lo regular es que se trate de la mamá que dice esto, mientras el papá está mirando el reloj o el techo (?). El queda incluido en los afectos familiares por la acción discursiva de ella, no por su propia actitud ni por su propio esfuerzo e iniciativa. Si ella no VE esto, y no lo verá desde su perspectiva de opresión, no verá que permite y avala un orden desigual entre ellos, que tal vez sea central para la dificultad de aprendizaje del hijo.
Y esto sucede regularmente de esta manera porque es a las Ellas a las que les corresponde ese trabajo relacional y a los Ellos el no darse cuenta siquiera si es que están presentes en ese espacio familiar porque Ella se lo sostiene. Desde el polo dominante, la no - visibilización del valor disminuido de la acción del otro, otra en este caso, contribuye a que no se modifiquen estas correlaciones.

En cuanto a las emociones propias de la opresión, y las “patologías” o desviaciones defensivas que devienen de ella, quiero mencionar tres en especial:

· la vergüenza, con sus corolarios de inhibiciones, paralizaciones y silencios testimoniales, en especial la vergüenza ajena.
· la envidia. Los franceses dicen J’ai envie de......por :yo deseo. Yo deseo es una afirmación más habitual en discursos de sectores dominantes. El hablar desde el yo es excluyente. El decir nosotros es inclusivo. La envidia es una emoción desprestigiada, pero, como aportan estudiosas del campo de la psicología, tal vez sea ésa la manera en que puede aparecer la manifestación del deseo para los oprimidos y oprimidas.
· los olvidos, las amnesias. Podemos “borrar” de nuestra memoria aquellos episodios, rostros, palabras que nos acerquen a perturbaciones. Cuando hablamos de la falta de memoria en este país nos referimos a la dificultad de recordar y tomar en cuenta episodios de nuestra historia política (como los asesinatos durante la dictadura militar) que nos perturban desde la realidad de la impunidad que sus miembros gozan.
· anestesias. Sólo negando los malestares y sus consecuencias se continúan algunas formas de asociación social.
· malestar - disconfort. Su percepción ayuda a decidir acciones que produzcan cambios.
· indignación: súbita aparición de la emoción ligada a la pertenencia a la especie con dignidad. También ayuda a producir decisiones importantes.
Los terapeutas podemos siempre continuar y reforzar una determinada distribución de funciones y poderes, o producir esos fenómenos reflexivos que traen crisis saludables.
Depende de nuestra libertad para dejar volar nuestra curiosidad, nuestra imaginación, nuestra creatividad, nuestra humildad para preguntar, cuestionarnos, y aceptar nuestros errores y nuestro NO - poder cambiar a los OTROS ni transformarlos en lo que nosotros queremos que sean.





María Cristina Ravazzola
[1] En mi libro “Historias Infames”, los Maltratos en las Relaciones. Editorial Paidós, Buenos Aires, 1997.
[2] Heins von Foerster, en Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad, compilado por Dora F. Schnitman, editado por Paidós, Buenos Aires, año 1995.
[3] En el idioma portugués es posible, y aún corriente, utilizar la forma “a gente” semejante a “nosotros”, en lugar de decir “eu”, “yo”. Al escribir en castellano, muchos de nosotros tenemos dificultad para definir claramente Yo digo..., y necesitamos decir Nosotros...

Algunos Dilemas en el campo de la Violencia Familiar por María Cristina Ravazzola

Junio 2000


Algunos Dilemas en el campo de la Violencia Familiar:

Comenzando por el primero: la Familia como espacio paradojal de amor y violencia*.

Me propongo encarar de frente el carácter dilemático de cada una de las situaciones que enfrentamos en cuanto al problema de la Violencia Familiar.
Como todo lo que tiene que ver con dilemas, no pretendo encontrar las respuestas para estos planteos, sino que considero necesario visualizarlos y enumerarlos para que sean compartidos y discutidos por quienes tenemos que trabajar con las personas involucradas. Tampoco creo que sea tan importante lograr acuerdos sobre estos puntos; sí estoy convencida que el debatirlos nos ayuda a mantener abiertos nuestros canales de dudas y la conciencia de la ubicación psicosocial del tema, lo que implica reconocer permanentemente nuestra responsabilidad en la construcción de cada opinión y cada decisión que se tome, especialmente a niveles institucionales y de ejercicio de poder político y social.

Parto del conocimiento de experiencias en las que, a pesar de la buena voluntad y las buenas intenciones de las instituciones que han intervenido, los resultados han sido desalentadores, a veces con mayor perjuicio para las personas victimizadas de los que ya estaban sufriendo. Es asi que percibo la necesidad de plantear sistemáticamente las dudas y las vacilaciones que nos permitan hacer buenas evaluaciones y elegir soluciones tal vez poco o no “tan buenas” pero que aseguren no provocar mayores daños. Conviene no olvidar que todas las medidas que se toman son producto de una acción humana, y que entonces en ella van a estar presentes las vicisitudes de todas las acciones y reacciones de las que somos capaces los seres humanos (acciones éticas y generosas pero también reacciones a provocaciones, escaladas simétricas, reacciones por heridas al narcisismo, etc.)
Un juez puede ordenar que le quiten los hijos a una madre que se comporta violentamente en su presencia y lo desafía, sin saber que alguna actitud tomada por él mismo puede haber detonado la violencia de la señora, y que tal vez su reacción tenga que ver con cuestiones e ideas acerca de las mujeres y la maternidad que el juez sostiene y que la señora enojada está desafiando. Las razones en las que se sustenta una evaluación que condena a una madre como “cómplice” de su marido abusador, pueden desconocer las situaciones de subordinación y “lavado de cerebro”a la que esa mujer puede haber estado sometida durante años. Las instituciones sustitutivas de las familias pueden respetar y hacer lugar acogedoramente a niñas que han sido explotadas sexualmente hasta niveles de esclavitud y desesperación, devolviéndoles su fe en la vida y en sus semejantes, o ser partícipes de ideologías sutilmente censurantes hacia las niñas o sus familias, tales que interfieran en la construcción y el desarrollo de su autoestima. Podemos estar en contacto con niños que despliegan actitudes de violencia, o presentan enfermedades somáticas inexplicables a repetición y, por idealizaciones de los vínculos familiares, negar a esos niños la posibilidad de recibir ayudas apropiadas. Podemos experimentar emociones de gran indignación que nos lleven a reaccionar violentamente contra quien abusó de su poder frente a otro más indefenso, y reforzar entonces el circuito violento con la excusa de sentirnos justicieros o “salvadores”, desechando las capacidades de cambio de las personas involucradas.
Todas estas alternativas y otras que voy compilando aportadas por las personas que se entrenan en este tema, nos llevan a examinar en conjunto nuestras reacciones a los dilemas que nos confrontan, algunos de los cuales vamos a analizar en los párrafos siguientes.

DILEMAS

1. ¿Qué entendemos por AMOR en la familia? ¿Son compatibles Amor y Violencia?
2. ¿Cuál es el alcance del dominio de la VIDA PÚBLICA y del dominio de la VIDA PRIVADA? ¿Podemos intervenir en la vida de las familias? ¿Cuáles son los derechos y cuáles los límites a esos derechos en cada familia y en cada cultura? ¿Cuánto, cómo y por qué? (Paradoja entre la función familiar esperada de cuidados y protección, y la real función ejercida por aquellos que abusan). ¿Quéhacemos con las culturas que avalan los abusos? (mutilación genital, ritos de iniciación, prácticas deportivas violentas, etc.)
3. ¿Cuánto ayudan realmente los sistemas a los que las personas acuden en busca de esa ayuda? ¿Cómo hacer para que la ayuda no se transforme en un perjuicio aun mayor para las personas que han sido victimizadas?
4. ¿Qué ayuda se necesita de las instituciones de salud y cuál de las de control? ¿Cuándo tiene sentido promover la intervención y cuándo la reflexión?
5. ¿Es necesaria la neutralidad de los operadores?. ¿Cómo pueden los operadores lidiar con sus propias emociones? ¿Cuál es el papel que ellas juegan?
6. ¿Cuáles de nuestras propias creencias pueden estar ayudando a sostener circuitos violentos? Por ejemplo: ¿Es necesario “recomponer la familia”, promover la “revinculación”?
7. ¿Cuál es el alcance del lenguaje que manejamos y cuáles los efectos del uso de esos lenguajes?. Por ejemplo, hablamos de “víctima”, de “violencia familiar”, de “violencia doméstica”, de “abusador”, etc. ¿Este lenguaje favorece los cambios?
8. Los tratamientos psicológicos, ¿para qué sirven?. Sus estructuras habituales, ¿sirven?
9. ¿Se puede conjurar la violencia sin violencia? ¿Cómo podemos hacer para no reproducir la violencia? ¿Siempre la vemos?
10. ¿Qué papel juega el poder, la autoridad, las jerarquías, las injusticias, las experiencias de impunidad que se juegan en la vida pública en el sostenimiento de la violencia en la familia? Los derechos humanos ¿son iguales para todos los y las humanos/humanas?
11. Los discursos acerca de los roles de las mujeres y los varones en la familia, de las diferencias y semejanzas entre los géneros, ¿qué efectos tienen?
12. ¿El abusador es un monstruo? ¿Qué conviene hacer con la persona abusadora? ¿Merece que lo maltraten? ¿Por qué sus familiares la protegen?
13. Los abusadores, ¿son siempre hombres?
14. Los abusadores, ¿pueden cambiar? ¿Qué pensamos al respecto?
15. ¿Puede haber falsas denuncias?
16. Las personas que son abusadas, ¿por qué se quedan con quien las maltrata? ¿Por qué muchas veces las víctimas no denuncian la violencia? Las víctimas, ¿están protegiendo a los que las perjudican? ¿Por qué? ¿A veces también abusan? ¿Cuándo? ¿Cómo las ayudarían? ¿Cómo las protegemos sin sobreprotegerlas?
17. ¿Quiénes deben atender este problema? ¿Qué profesionales están preparados para hacerlo?

Vamos a comentarlos para instalar el debate.

1. Considero que es muy importante revisar nuestras ideas sobre la familia y analizarla desde contextos sociohistóricos. Como sistema social goza del máximo prestigio, como el sistema más apropiado para la crianza de los niños, y el ideal al que pertenecer y del cual participar. Pero, en sus orígenes era el paradigma del poder del patriarca sobre mujer, hijos, sirvientes, animales y esclavos, y a veces vemos cómo resurge esa concepción patriarcal tan amenazante. La alegoría de la familia cristiana nos aporta otros ladrillos importantes para la construcción del imaginario social de la familia. Allí hay una madre amantísima y dedicada a su hijo quien tiene un destino muy importante y es el centro de la cuestión, y hay un hombre, padre, protector de ambos, de la madre y del hijo, que opera más allá de la posesividad sobre la mujer y la descendencia. Lamentablemente, esta imagen de la función de un padre, no ha sido favorecida como modelo por la aprobación masculina, ni aparece en los libros sagrados como prestigiada, sino que su imagen se opaca permanentemente frente al otro PADRE, nada menos que DIOS PADRE, todopoderoso.
¿Y dónde está el AMOR? En la historia de la humanidad la presencia del AMOR como fundante de la familia es bastante reciente. Los matrimonios eran transacciones entre familias que casaban a sus hijos para conseguir mejorar alguna posición. Actualmente el AMOR ocupa un lugar muy especial e importante. La gente se pregunta si está o no “enamorada”, el AMOR forma parte del proyecto de vida, tanto como el “formar una familia”.
Existe una idea del destino humano “normal” especialmente para las mujeres que indica que en el período de vida hormonalmente más apropiado para la fecundidad, ella se va a “enamorar”, se va a casar con quien engendrará y criará hijos. Para el varón esto puede ser semejante aunque se espera que él realice previa o simultáneamente algún logro personal.
Estos imaginarios sociales proponen “ideales” de vida ligados a épocas históricas, clases sociales, tipos de cultura, etc. No son universales, ni necesariamente mejores que otros destinos posibles. Pero no analizarlos y revisarlos nos puede llevar a defenderlos y sostenerlos sin tomar en cuenta cada situación singular y las vicisitudes de cada familia y cada persona.
Y…¿cómo se inscribe el amor de pareja en estos imaginarios? “Si ella me ama”…”si yo la amo”.. La gente se alegra, sufre, reacciona violentamente …y, tal vez, esté entendiendo algo que para el otro o la otra es muy diferente, pero para todos lleva el mismo nombre: AMOR.
Seguramente cada uno de nosotros/as tiene una definición propia del Amor: a mí me calza la de Humberto Maturana: es la aceptación del otro como diferente de mí y, en esa aceptación está el deseo del bienestar para ese otro. Ese amor no es compatible con la violencia. Sí con los cuidados, la contención y la reflexión. En ese AMOR, el OTRO es mucho más importante que mis deseos y mis impulsos. Quizás no todas las personas alcancen a sentir esa maravillosa emoción.
2. En algún momento de la Historia de la Humanidad, la vida familiar pasa a ser paradigma de coto privado, íntimo, reservado a los niños, mujeres y la servidumbre, bien diferenciado de los lugares de encuentro públicos para las conversaciones e intercambios, más propios de los hombres. En esta división se niega la conexión entre una y otra, conexión rescatada por los movimientos de mujeres.
La imagen de la Familia como una entidad social, una unidad en sí misma, cuya estructura es muy importante respetar, hace pensar cualquier acción que se tome sobre ella como INTRUSIVA. Ese mismo argumento se usa cuando se establece la necesidad de RESPETAR los preceptos y rituales de algunas culturas aún cuando éstos cercenen libertades o provoquen daños físicos irreparables (prohibiciones a las mujeres en Afganistán o mutilaciones genitales como la clitoridectomía o la infibulación en algunas culturas de Asia y Africa). Pero, respetar una cultura no es necesariamente acordar con todas las acciones que propone esa cultura. Criticar y oponernos a algunas prácticas de una cultura, fundamentar la crítica y promover debates y acciones de resistencia a esas prácticas en particular, no significa rechazar, despreciar o des-respetar esa cultura como entidad. Lo mismo sucede con la familia. Revisar y cuestionar algunos actos, impedir que se repitan, es una acción de protección positiva en la que, de todas maneras, tenemos que estar alertas para no avasallar esa familia que puede tener muchos otros aspectos positivos que defender y rescatar.
Las metáforas globales nos confunden. No se trata de atacar una cultura o una familia, ni siquiera una persona. Las metáforas que diferencian los componentes de una unidad que no es simple y monolítica, nos ayudan a saber que estamos cuestionando conductas que perjudican y tienen que detenerse.
3 y 4 Vemos distintos tipos de iniciativas para ayudar, cada una con sus ventajas y desventajas. En líneas generales tenemos sistemas de control social y sistemas de terapia que buscan cambios en las reacciones y emociones de los protagonistas a través de procesos reflexivos.
Las agencias, lamentablemente, no siempre son interdisciplinarias, en cuyo caso podrían contar con agentes en ambas funciones. Las funciones de control apuntan a detener el abuso, basicamente a través de producir una distancia física entre la Persona Abusadora y la Persona Abusada. Pero éste es un ejercicio que se hace desde afuera, no desde los protagonistas, y que conlleva tradiciones y reglas de sistemas universalistas muy estructurados como son el policial y el jurídico.
Esto quiere decir que tiene la ventaja de disminuir el riesgo del abuso (incluídos maltratos) pero puede dejar afuera la posibilidad de una ayuda y un cambio en la Persona Abusadora, y también dejar afuera las emociones y necesidades de la Persona Abusada que, en ese caso, podría ser victimizada por el sistema de ayuda.
El polo terapéutico tiene a veces que oficiar de propiciador de conversaciones entre los distintos miembros de la familia y los agentes de control, además de ocuparse de acciones en las que las Personas Abusadas se des-culpabilicen, se des-vergüencen y recuperen confianza y amor hacia sí mismas y hacia quienes las apoyan y las cuidan, por una parte y, a veces, cuando los agentes tienen entrenamiento suficiente, también tiene que ocuparse de explorar los posibles cambios en las Personas Abusadoras.
Hay, al momento, una historia de los intentos de intervención, con tradiciones y con diferencias según los distintos sistemas jurídicos en distintos países. En cuanto a los servicios de salud, hubo períodos en que actuaban al rescate, apagando incendios (como”bomberos”); otros en que se ponía énfasis en la investigación, y eran todos “detectives” en busca de indicios y pruebas[1]. En todo caso, esas sensaciones de parte de los operadores son buenos indicadores de que se están sobreinvolucrando y que deben buscar ayuda en sus colegas de equipo y, a veces, en otros equipos de su red.
Los procesos corrientes se han vuelto programas previsibles de derivaciones, visitas domiciliarias, discusión de estrategias[2] pero conviene tener en cuenta la creatividad y es, a veces, más útil la posible conversación en la escuela o con varias personas miembros de un equipo a la vez, que los escenarios tradicionales. Se trata a veces de lograr un acompañamiento continuado de la familia que asegure los objetivos mencionados:
1) que se detenga el abuso
2) que las personas victimizadas recuperen autoestima y cicatricen las heridas de dolor, culpa y vergüenza y
3) que las personas que han abusado tengan una oportunidad de cambiar y recuperar autocontrol, al menos aquellos que se disponen y pueden hacerlo.
5. Supuestamente, somos más “justos” cuando más ”neutrales” y “objetivos”. Para ello, por ejemplo, el paradigma de la jurisprudencia en clave litigiosa obliga a los jueces a escuchar siempre a las partes y a colocarse en forma equidistante entre uno y otro polo del litigio.
Esto es insostenible desde la idea de que somos todos seres humanos, influenciables y falibles y que ningún sistema nos garantiza una capacidad que hasta los biólogos declaran imposible, fuera del alcance de los aparatos de percepción de los seres vivos[3].
En el tema abusos y en el tema familia esta posición se complica aún más. Los abusos se producen siempre en contextos de inequidad, por lo tanto uno de los actores opera desde un plus que le habilita esa operatoria. Si nos ponemos equidistantes, quien está disminuido en su poder o su prestigio, no tendrá ninguna chance. Y a su vez, el contexto emocional de la familia, las presiones que ese sistema social recibe desde la cultura, las funciones que se supone que sus miembros deberían cumplir, los escasos apoyos sociales con los que cuenta (en nuestros países del 3er mundo, ni siquiera cuentan con un apoyo económico) hacen que ella sea, casi siempre, el único sostén y emblema de supervivencia y crianza que las personas imaginan. ¿Cómo va alguien a “denunciar” a quien ama? ¿Cómo va alguien a “denunciar” o “acusar” a quien es el sostén económico de su familia? Y hablo de denunciar porque, lamentablemente, la lógica de los sistemas sociales de ayuda no es acompañar para parar el abuso sino que es una lógica punitiva y marginalizante. Esa lógica genera contextos que no permiten que las agencias o servicios sean visualizadas como aportes o ayudas sino como enemigos o peligros aún mayores que el mismo abuso.
6. Las ideas y las emociones de los operadores juegan un papel preponderante. Si las concepciones sobre normalidad, maternalidad, distribución de funciones familiares según el sexo, etc. de los operadores no se ven confirmadas por la familia a la que se asiste, las resoluciones van a variar mucho según quien esté a cargo.
El juez no es “la bouche de la loi” como decía Montesquieu sino un ser humano con sus creencias, su historia y sus elecciones y vicisitudes de vida. También los terapeutas, los médicos, los policías.
También son importantes las actitudes que los miembros de la familia adoptan. Una terapeuta pregunta a una señora a quien la jueza quitó la tenencia de sus tres hijas: “¿Por qué quiere usted que le devuelvan sus hijas?” Primero la señora responde indignada ”¿Cómo me pregunta eso? Es una falta de respeto! ¿Le gustaría a usted si le hubieran privado de sus hijos que le preguntaran por qué quiere que se los vuelvan a dar?” Luego se tranquiliza un poco y sigue, ya más emocionada, “Son mías, son mi familia, son lo único que tengo”… La terapeuta se siente inclinada a informar: “La señora expresa una posición narcisista en relación a sus hijas. Las quiere como una compensación para sí misma”. No lo hace porque sus compañeros de equipo le ayudan a reflexionar y ella puede así renunciar a su ideal de madre perfecta, aceptando que estas respuestas no invalidan a esta señora para hacerse cargo de sus hijas. La terapeuta, una madre muy dedicada a sus hijos, quienes la habían elegido para convivir con ella después de separarse del padre, era conciente de su necesidad de ser ayudada por sus colegas por la manera en que ella resonaba con este caso.
Cuando se piensa que la familia como entidad es más importante que las personas, la balanza se inclina a hacer el esfuerzo de “recomponerla” más allá de las conductas que justifiquen este esfuerzo. En Argentina, Buenos Aires, juzgados de Familia en los que es visible este debate, se ha instalado una especie de cruzada pro re-vinculación, que no es otra cosa que el intento de que la persona que abusó y debió alejarse de la familia, se reinserte en ella. Las intenciones parecen loables en abstracto, pero en lo concreto es muy importante examinar cada caso, los tiempos de los procesos, y las actitudes particulares de quienes llevan el título correspondiente a una función familiar (PADRE o MADRE) pero que, tal vez, no la ejercen ni la han ejercido nunca, ni proveen garantías suficientes como para asegurar que no volverán a abusar.
Esta exhortación a terapeutas familiares o a la familia misma, de que DEBE reunirse y tratar la “revinculación” termina por convertir a terapeutas familiares, jueces y asistentes sociales en representantes-abogados del abusador quien no necesita más que jugar un papel de solicitante de perdón en la escena para la que trabajan los profesionales.
7. El lenguaje produce “realidades”. Y al decirlas de determinadas maneras, esas “realidades” quedan fijadas. Por eso preferimos utilizar advervios y verbos que dan idea de movimiento y permiten aceptar los cambios más que sustantivos. Preferimos hablar de personas que están siendo o han sido victimizadas y no de víctimas. Lo mismo con respecto a quienes abusan.
8. No creemos que estas situaciones correspondan sólo al ámbito de lo psicológico. Nos parecen más socioculturales y nos parece que se benefician si se encaran desde este
pre-supuesto. Por eso creemos que es muy importante que maestros, pediatras, vecinos, tengan conocimiento de estos problemas, y que se generen esos espacios reflexivos en terrenos más comunitarios (la escuela, la casa de algún amigo) y menos institucionales (consultorios, juzgados). La escena intimista entre un terapeuta que se juega solo una partida con personas envueltas en estos patrones es casi patética por su inutilidad.
9. Aunque muy difícil, no debemos dejarnos “provocar” por quien actúa o sufre la violencia. Los operadores somos responsables de “parar la pelota” y pensar dónde la pateamos como los buenos jugadores de futbol. Pero eso no es fácil porque estas personas están acostumbradas a manejarse en “alta tensión” y se alivian si se les responde a la provocación aunque también saben que entonces han perdido nuevamente una chance de cambiar. Por eso es que se alivian aún más cuando su interlocutor “desarma” la provocación y los trata humanamente.
Y no es tampoco fácil registrar lo que no queremos o no podemos registrar. Si alguien en posición de víctima nos maltrata, es probable que no nos demos cuenta de ese maltrato. Y entonces lo consintamos. También negaremos la existencia de maltrato si estamos muy imbuidos de nuestra función de ayudar. Los circuitos abusivos producen fenómenos de “doble ceguera”, en los que no “vemos”, pero tampoco “vemos que no vemos” (H. von Foerster). Quienes se automutilan adictivamente o consumen drogas ilegales no “ven” que se hacen daño a sí mismos. Ese daño lo “ven” los amigos o familiares pero no los protagonistas. El fenómeno de la “anestesia” es muy eficaz en los circuitos de Abuso[4]
10. Los contextos que permiten el abuso son los de impunidad, los de justificación y los discriminatorios. Con respecto a la impunidad, en ese contexto no es necesario hacerse cargo de lo que uno hace porque se goza de una condición especial (un empresario argentino paradigma de temas de mafia y corrupción definió al Poder como la capacidad de impunidad).
La justificación es un tema complejo que puede simplificarse a nivel de los efectos del lenguaje. Si preguntamos – y la respuesta es casi automática – “por qué cometiste esa acción (violenta)?”, estamos ya presuponiendo que existe algún argumento que explique una acción. Y, a su vez, cualquier explicación remite a una justificación. Cada vez que explicamos, estamos justificando y dando así lugar a que esa acción se pueda repetir.
Los contextos discriminatorios están habitados por discursos que aceptan discriminaciones, que son formas de caracterizar a los “otros” según alguna descalificación: “No me gustan los judíos, ya sabemos que son avaros” o “Las mujeres son emocionales, no pueden ser objetivas”. Tienen una lógica que habilita a maltratar a ese a quien se considera “menos” calificado. Habilitan a los sujetos a no respetar al OTRO (mujer, hijos) que no tendrían iguales derechos.
11. El contexto de desigualdad más obvio y más negado es el de las diferencias de género, vividas como esenciales y jerárquicas, con las mujeres sólo valorizadas en tanto sean madres ideales sacrificadas y altruistas. Este contexto se expresa en discursos que afirman verdades universales sobre ellas “las mujeres son quejosas”…o “las mujeres no entienden que tienen que callarse”…y sistemáticamente están presentes en las interacciones de los circuitos de abusos.
12. Sólo en unos pocos casos muy patológicos los abusadores son monstruos. Lo más frecuente es que se trate de personas que en algunos contextos se comportan correctamente. Ayuda pensar que ellos habilitan a un personaje abusador interno a extralimitarse y actuar, pero que, bajo ciertas condiciones, podrían aprender a frenarse. Como la impunidad no favorece este aprendizaje, es útil que puedan reparar el daño a la persona victimizada y a la sociedad que abarca a ambos, que eso no justifica hacer a ellos, a su vez, víctimas de malos tratos. En la cárcel, es clásico que los violadores y abusadores de niños sean abusados por sus compañeros que les pierden toda consideración humana, lo que, lejos de significar un ejemplo, no es más que la continuidad de vigencia de los contextos de marginación y exterminio que favorecen la violencia. Muchas veces son los familiares que los protegen quienes tienen acceso y son capaces de tomar contacto con otros aspectos más valorables de esas personas.
13. No siempre los que abusan son hombres pero, por ese plus de poder de la desigualdad de género, sí es verdad que son, mayoritariamente, hombres.
14. Personalmente yo pienso que ellos sí pueden cambiar, salvo algunas pocas excepciones. Son muy provocadores y, a su vez, no saben contenerse si son provocados. Pero muchos pueden aprender a autocontenerse y eso forma parte importante de su tratamiento.

15. El tema de las falsas denuncias es posible pero muy, muy raro. Sólo cobra una dimensión importante en las sociedades en las que se genera un furor preventivo y se entra en suspicacias muy fácilmente. Para los expertos, casi son inexistentes.
16. Este dilema de por qué las víctimas se quedan, es el que típicamente se resuelve con facilidad si le atribuímos a las mujeres o niños maltratados una patología masoquista o una complicidad con el agresor. Pero la cuestión no es tan fácil; parece bastante más compleja y necesita mucha reflexión conjunta. Ya mencionamos el hecho de que las personas victimizadas aman o han amado de alguna forma a sus victimarios. Y el objeto de ese amor es una parte de esas personas que ellas captan y nosotros no. Otras veces es el miedo lo que influye, y las personas temen represalias y ataques aún mayores si cuentan acerca de lo que les sucede o si tratan de defenderse y huir. Y que esas personas sean abusadas no quiere decir que a su vez no puedan actuar abusando. El equilibrio entre proteger y ayudar, por un lado, y, sobreproteger y entonces cegarse frente a maltratos producidos por las personas que son, a su vez, victimizadas, es delicado y difícil. Pero es necesario tenerlo en cuenta para no reproducir el sistema violento. Nadie debería permitir a otro que lo/la maltrate, pero, a veces, esa acción no es visible para la persona maltratada quien puede minimizar o negar el maltrato de que es víctima.
17. Este problema tiene que ser encarado por personas entrenadas, capaces de pedir ayuda cuando la necesitan y de establecer buenas alianzas con los operadores de todos los sistemas involucrados. Deben tener entrenamiento también en los fenómenos de comunicación habituales en estos patrones. Deben saber cómo responder a las provocaciones, cómo aceptar confrontarse con lo que otros ven (conjurar las propias “cegueras”) y haber revisado y cuestionado suficientemente las propias creencias y posiciones en cuanto a las diferencias – de género en primer lugar – de corte discriminador. Si los operadores reproducen los contextos favorecedores de la violencia, no hacen más que consolidar ese patrón. Sus intervenciones pueden ser la clave que modifique el patrón abusivo, o pueden dejar pasar la oportunidad e incrementar los riesgos de estas conductas.

Esta lista no agota los dilemas posibles de este campo. Ni este trabajo los dilucida. Es sólo una invitación a seguir conversando.
*Autora: Dra. María Cristina Ravazzola. Médica, Terapeuta Familiar.
Fund. Proyecto Cambio, Buenos Aires – Universidad Nacional de Quilmes,Pvcia de Buenos Aires, Argentina
[1] Comunicación personal de la Psicóloga Juliana Montefiore, a partir de su participación en equipos de tratamiento de abuso a niños, de Bélgica y México.
[2] De “Taking a Grip on the Debate” (Ruth Gardner) en Child Protection. The Therapeutic Option. Compilación: D. Batty y D. Cullen. BAAF British Library, London 1996
[3] Maturana, Humberto y Varela, Francisco. The Tree of Knowledge: A New look at the biological roots of human understanding. Boston: New Science Library, 1986.
[4] Ravazzola, Ma. C., “Doble ciego” o “No vemos que no vemos”. Historias infames: los maltratos en las relaciones. Buenos Aires: Paidos. 1997